Una inflamación de la glándula parótida puede reconocerse por el hecho de que la hinchazón de la glándula parótida es visible externamente. Va desde las mejillas hasta las orejas, ya sea por un lado o por ambos. Los pacientes también pueden tener dolencias en la glándula parótida.
La parotiditis es la inflamación de la glándula parótida, la glándula más grande de la cabeza. La penetración de virus y bacterias puede hacer que se hinche y cause dolor. Característicamente el lóbulo de la oreja suele elevarse y la zona afectada tiende a ser dolorosa a la palpación. Hay dos tipos de parotiditis:
Parotiditis aguda: esta forma es bacteriana o viral. El ejemplo más conocido son las paperas, causadas por el paramixovirus o virus de las paperas.
Parotiditis crónica recurrente: la inflamación de la glándula parótida se repite más veces en esta forma. Es la forma más común de parotiditis.
Hay varios síntomas que las personas experimentan con la parotiditis:
La inflamación de la glándula salival es causada por virus o bacterias que causan parotiditis. Esto cambia en el caso de una inflamación del canal auditivo, que generalmente es causada exclusivamente por una infección bacteriana. El patógeno viral más común es el virus de las paperas y, en casos raros, el virus de la citomegalia, que causa inflamación de la glándula parótida.
En general, los patógenos bacterianos como los estafilococos o los estreptococos se encuentran entre las causas de la inflamación de las glándulas salivales, ya que estos gérmenes pueden llegar fácilmente a las glándulas parótidas a través de la linfa y los vasos sanguíneos. En algunos casos, una salivación alterada o un sistema inmunológico debilitado son responsables de una inflamación bacteriana de las glándulas. En la parotiditis crónica recurrente, las causas no están claras, pero se cree que la disminución de la producción de saliva, una alergia o el bloqueo de los conductos excretores son los factores desencadenantes. Un bloqueo de las glándulas puede ocurrir, por ejemplo, debido a un cálculo salival.
En el caso de la parotiditis viral, la ingesta adecuada de líquidos, así como una buena higiene bucal y compresas frías que alivien el dolor, ayudan en primer lugar. Los analgésicos y antipiréticos como el paracetamol o el ibuprofeno pueden ayudar. Para la parotiditis bacteriana, el médico debe recetar un antibiótico para eliminar las bacterias y evitar que se multipliquen. Sin embargo, si se ha formado un absceso (encapsulado), debe intervenirse quirúrgicamente.